Cuantas veces hemos deseado ser gigantes, descomunales en fuerza, desligados de toda moralidad, para afrontar y reventar todo aquello que se nos antoje una amenaza, una burla, o un ataque a esa ilusión sensorial que llamamos nuestro mundo, nuestra realidad. Pero en una mayor cantidad de oportunidades hemos deseado transfigurarnos en la bestia, en el monstruo, en el demonio, sólo con el animo destrozar al tonto que nos miró feo, a aquella que desacredito nuestros talentos, al otro que no confió, a esos que subestimaron, a todos aquellos que consideramos nuestros inferiores, esos que básicamente son toda la humanidad. Porque nadie en realidad cumple con nuestros estándares, esos secretos deseos que nadie puede cumplir. Y esa carencia, esa constante falta de satisfacción, es la que nos hace desear poder pisotear a cualquiera y todos.
-Está bien, lo admito. El monstruo gigante y radioactivo que arrasó la ciudad podría llegar a ser un evento trágico en la historia de la misma. Pero si he de ser sincero, unos cuantos edificios menos, un par de autopistas fuera de servicio, menos vehículos, y algunas personas indeseables aplastadas, sólo hacen que esta ciudad sea más habitable.
Con un buen plan puedes limpiar la ciudad de unas cuantas lacras.
ResponderBorrarOjalá quienes lo hagan tengan clara en la mente la luz de la justicia y no se carguen a inocentes, pero que no se anden de piadosos con criminales como en muchas instancias de la ley.
Ahora que un lagartazo así, está como para verlo en video.
Jejejeje, la mía es una limpieza literaria, no va más allá, las cosas mejorarían mucho si todos leyésemos más y mejores cosas, gracias Carlos Y bienvenido.
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