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En mi nombre hay un pez llamado azul, es el Rey del lápiz y el papel, habla poco y le gusta reír. Nada y raya en paz, siempre lleno de luz.
En ésta semana que comienza
cumplo un mes y medio de haber iniciado estudios en Diseño gráfico. En este
corto periodo de tiempo ya he enfrentado bastantes ejercicios de todas
índoles con el objetivo de acrecentar mi conocimiento en esta área. Uno de los
ejercicios que más ha llamado mi atención tuvo lugar en la clase de
ilustración, éste consistió en tomar mi nombre y en seis pasos convertirlo en
una imagen que fue suministrada por el profesor. El azar determinó que me tocase
un pez para desarrollar un trabajo que se me antoja completamente surrealista.
Este ejercicio, más allá de los
objetivos académicos, logra enfrentar a quien dibuja con esa institución a
veces restrictiva, que es el nombre. Recuerdo a muchos de mis compañeros de
clase peleando con el profesor y el ejercicio, alegando a toda voz que no lo podían
realizar: porque su nombre era muy largo o demasiado corto, que era feo, que tenía
demasiadas consonantes, que el dibujo al que debía transformarlo no se correspondía
con los apellidos, que a mí no me gusta mi nombre y por eso uso seudónimo ¿puedo
usar mi apodo? Que mi segundo o primer nombre es mejor que el otro… Lo curioso
fue que gran parte de estas quejas terminaron con un clamor dicho por el inconsciente,
olvidado rápidamente y expresado de mucha formas: “Yo no sé qué pensaban mis
padres cuando me nombraron”, “es que mi padres no me querían”, “Qué nombre más
feo el que me dieron mis papás”
Parafraseando a Alejandro
Jodorowsky El nombre que tienes, independiente de los nombres y apellidos que
combine, de la eufonía o cacofonía que se da en su pronunciación y de los
sentimientos agradables o desagradables que te despierta al usarlo, es un
tesoro que debe ser limpiado, un diamante a pulir, el nombre se debe exaltar.
El ejercicio de Exaltación Del Nombre
lo puedes encontrar en esta dirección (Haz
clic aquí) consiste simplemente en descubrir todas las palabras que puedes
formar con las letras de tu nombre y darte cuenta de que con ellas puedes iluminarte,
cambiar la percepción que tienes de ti mismo y escribir una historia llena de
belleza.
Así que para completar el ejerció
pictórico de hoy, glorifico mi nombre: Henry Pablo Pérez Pulgarin, escribiendo
un cuento a partir de él:
En mi nombre hay un pez llamado
azul, es el Rey del lápiz y el papel, habla poco y le gusta reír. Nada y raya en
paz, siempre lleno de luz.
-Altais-
Muy teso el ejercicio, es verdad es algo surrealista.
ResponderBorrarTu trabajo es encantador. Y el resultado de este ejercicio demuestra que lo que requieres de diseño no lo encontraras en las pobres academias de Medellín. En lo personal, si tienes claro que deseas aprender, en internet encontraras lo que desees, incluso tutorias.
ResponderBorrarLas respuestas de tus compañeros demuestran que están por nada. Valen un cero a la izquierda, puro bulto. Como si la vida te dejara hacer cambios en el juego que propone. Dan asco. Deberían devolver la vida que se les dió. Un desperdicio.
es un ejercicio interesante, insiste en que todos los deberían intentar
ResponderBorrarHola,
ResponderBorrarHenry Pablo: Impresionante lo que lograste hacer con tu nombre tanto en el dibujo como con la poesía(me pareció bellísima). Igualmente gracias por compartir lo que plantea Jodorwosky.