Moleskine ficción

#132

Voy en el Metro, moviéndome en el espacio a través del tiempo. Ese que está sentado no soy yo ¿cómo podría? Yo soy la visión objetiva… miento, soy la visión subjetiva. Y desde ese lugar intransferible, dibujo. ¿Qué piensan los demás? esos que bosquejo en mi Moleskine… siempre me causa curiosidad.

Probablemente piensen en la muerte, me parece lógico, yo lo hago. Como no hacerlo si está siempre allí… Como certeza física y posibilidad creativa, siempre está allí. En la primera es el cierre de la existencia, en la segunda es la puerta a infinitas posibilidades narrativas, pictóricas, creativas. La ineludible muerte es un motor, crear es lo único que la vence.

Salgo de mis pensamientos, del tren y la estación, en el Parque Berrio… Camino por aceras tiznadas, cruzo una calle respirando esmog, eludo turistas efusivos en la plazoleta y entonces llego al café del Museo. Allí pido una cerveza, Negra eso sí, no hay mejor acompañante para hacer un boceto, frente a mí el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, adoro su cúpula.

Los trazos van y vienen, dos cervezas después estoy satisfecho con el dibujo a lápiz, más tarde lo entintaré. Regreso sobre mis pasos: museo, café, plazoleta, efusivos, turistas, eludo, esmog, respirando, calle, cruzo, tiznadas, aceras, camino, Parque Berrio, la estación… La estación está congestionada, la gente se queja, no hay servicio por fallo en la línea.

Sólo queda esperar. Saco el Moleskine, está allí como vehículo de escape, nuevamente comienzo a dar trazos. Esta vez aparto la lógica del proceso creativo, me dejo llevar, un pollo y un gato se cruzan en un callejón recóndito de mi psique, chocan, se funden y dan forma a un único ser, un nuevo personaje. El tren llega, entro en un vagón, las puertas se cierran tras de mi.

-Altais-