miércoles, 10 de septiembre de 2008

Él (Escritor)


24 días han pasado desde la última actualización, las explicaciones sobran, sigo trabajando, he aquí nuevo material, le deseo un feliz día querido lector.

#38

Le parecía inconcebible, pero de nuevo había dejado que dos horas pasaran sin que él, hubiese realizado el más mínimo esfuerzo para ingresar alguna palabra en su procesador de texto. Iluminado por la luz blanquecina de su monitor catódico, recordó que alguna vez había escuchado decir que algunos de los más grandes escritores de la historia habían tenido como principal obstáculo para llevar a buen fin, sus bien glorificadas obras, la irrompible blancura del papel. Era indudable que aquella era la razón de su actual incapacidad para escribir la más mínima y deplorable manifestación de literatura; era eso, o pensar que carecía del más mínimo atisbo de talento, por lo cual es fácil deducir lo que él se inclinaba a pensar.

Volviendo al cuento del papel blanco, la tragedia de nuestro particular conato de escritor era según él -y digo según él, pues no siempre estoy de acuerdo con las estupideces que él piensa-, el doble de blanca y el triple de irrompible gracias al simple hecho de que él no utilizaba papel alguno para escribir…

-!Ja¡ -se decía en voz alta-, ya quisiera ver al barbiluengo de Cervantes devanarse la sesera tratando de hallar la combinación correcta de teclas para ingresar una letra mayúscula o una tilde en una hoja que se compone esencialmente de nada; bueno, que se compone de fósforo bombardeado por un haz de electrones, pero a quien le importa.

Engolosinado por su lógica sin defectos, continuó por algunos minutos con la -según él- interesante especulación alrededor de las dificultades a las que se verían abocados los grandes de la literatura para realizar sus obras maestras en un computador (Sic).

-!Ja¡,!Ja¡, que hubiera sido de Romeo y Julita sí a Shakespeare le tocase combatir a un furioso Tracker Troyano que le reinicia su equipo cada dos por tres-. Un par de jajás mas y de regreso a la triste realidad, él seguía sin escribir nada.

Las cosas a todas luces no iban bien, así que en ese momento descansar pareció una buena opción. Luego de una tasa de café y de dos pastelillos, el mundo parecía un mejor lugar, y él, de mejor animo para hallar pronta solución a su dilema. Solución que después de dos horas más de espera no llegaba, así que sin más anticipo que el golpe de una puerta al cerrarse abandonó su estudio para hallar la inspiración que necesitaba, en la calle.

¿Continuará?…
La verdad no lo sé,
habrá que esperar que él regrese de la calle,
y me cuente lo que le sucedió.
Ya veremos….


-Altais-

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