A veces, por más que lo crea, simplemente no tengo nada que escribir.
#23
Al ver ese pequeño riachuelo se alegró como nunca antes en su existencia, por fin podría calmar la terrible sed que desde hacia tres días le quemaba por dentro. Sus manos se sumergieron en el agua de la corriente, las dejó allí por unos segundos disfrutando el fresco, luego las hizo emerger con un trago de agua entre ellas.
Abrió los ojos, sorprendido vio la arena que había entre sus manos, sintió el férreo sabor de la sangre en su boca lacerada. Miró hacía el horizonte y se dio cuenta de que todavía estaba allí, en medió de la nada, perdido en el desierto, sin esperanza.
-Altais-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario